Una vez más, en los sótanos de las viviendas, encontramos a dos folladores empedernidos durante una sesión de sexo. Mientras que el chacal marroquí bien dotado es un semental puro que sabe lo que quiere y es dominante, la joven capucha que tiene enfrente es sumisa.
El joven francés en chándal se arrodilla inmediatamente para llevarse a la boca esa hermosa polla venosa. La devora con avidez, metiéndosela hasta el fondo de la garganta mientras el árabe macho y bien dotado gime de placer.
Y si crees que sólo quiere que esa polla le llene la boca, te equivocas. En realidad está esperando que se la metan por el culo: inmovilizado contra la pared, con la espalda arqueada, espera a que esa polla extremadamente ancha se abra paso hasta su agujero. Al principio le cuesta un poco entrar, pero una vez dentro, se contonea para sentirla bien adentro.
El capo árabe disfruta igualmente, agarra al sumiso por las caderas y empuja con fuerza, sacudiéndole con bruscos movimientos de vaivén que le hacen gemir de placer.
Los dos hombres follarán durante unos veinte minutos antes de correrse uno tras otro. Y al jovencito goloso no le importa recibir un pequeño facial…
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