Este apuesto árabe de pelo oscuro, bien dotado y con un repentino deseo de masturbarse, se detuvo en un camino rural. Allí sacó su polla dura como una roca, empezó a acariciarse suavemente y fue acelerando el ritmo.
Su intensa mirada atraviesa la cámara y nos llega al corazón. Se masturba como una bestia y descarga su carga sobre sus abdominales ligeramente velludos.
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